martes, 25 de septiembre de 2012

Hasta el cuello.

No hay niveles. Todo surge. Todo empieza y si empieza, acaba. Puede durar más, menos, lo justo, poco, demasiado. Pero acaba. Para dejar paso a otra cosa que pueda ser mejor. Una oportunidad, eso es, oportunidad es la palabra. A veces no aprovechamos las oportunidades, o porque no nos damos cuentas de que están ahí o simplemente las dejamos pasar, y si hacemos esta segunda, nos olvidamos del carpe diem. Yo me olvido de ese carpe diem y me paro a pensar, que es lo peor que puedo hacer. Cuando quieras, haz. Cuando no quieras, deshaz. Sé tú. Tu esencia, no cambies, mejora. Lucha.
Lucha porque todo vuelva a ser como antes, como al principio. Por esa oportunidad que dejaste escapar en el camino, por un motivo, cada uno sabemos a qué nos referimos, nada nuevo. Lucha porque no acabe, que empiece de nuevo, en todo caso. Retrocede. Ya sabes que acabar es el fin. No hay nada. Es oscuridad y frialdad. Soledad y ego. Tú y.. Tú. Tus fallos. Tus derrotas. Tu mierda. Tu vida. Al fin y a cabo, todos tenemos de eso. Voy a vivir con ello, toda la vida, mejor que me vaya metalizando de que habrá días en los que esté jodida y no pueda hacer otra cosa que escribir todo esto que otros se tragan, pero habrá otros días en los que ni me creeré que toda esta mierda pueda ser cierta. Por esos días es por los que vale la pena luchar.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Nunca lo dejé de hacer.

“Esa noche ibas preciosa.
Cuando llamé a tu puerta, y abrió tu padre, y saliste, la luna se murió de envidia al verte.
La sonrisa te hacía los ojos más bonitos. Y el pelo, suelto, sin el lazo que solías ponerte te hacía más adulta.
Todavía, a veces, antes de dormir pienso en tu vestido azul con el que he soñado infinitas veces.
Cuando me diste la mano y fuimos a la playa, me moría de ganas de besarte. Estabas nerviosa y me pediste que no me fuera, que me quedara contigo para siempre.
Después un beso, y otro, y otro más. Te quise.
Espero que puedas contarle a tus nietos lo feliz que fuiste aquel año, y que él se acuerde del primer día que te recogió, y de tu vestido.
Yo también volví a casarme. Ella también tenía una sonrisa preciosa, pero todavía sueño con la tuya. Pero ya no estamos juntos, y mis nietos me piden cada dos por tres que les cuente la historia del mejor año de mi vida, donde tú eres la protagonista.
Espero que por fin, esta noche, cuando vaya a recogerte tras más de cincuenta años, sigas teniendo la misma sonrisa que me hizo que me enamorara de ti.
Antes dije que te quise, pero mentí. Nunca he dejado de quererte."